sábado, 30 de septiembre de 2017

Penélope o la imposibilidad del regreso: reseña de "Berta Isla", de Javier Marías


Leer a Javier Marías siempre implica una especie de naufragio interior, la necesidad de desandar lo andado, pero, sobre todo, nos obliga a constatar con desbordante lucidez que uno nunca termina por conocerse del todo, que en el último rincón de nuestra conciencia pernoctan multitud de pasiones que jamás habríamos imaginado ser capaces de albergar. 



Berta Isla es una historia de espías sin espías, una historia armada a base de secretos que descubren más que ocultan, es la historia de dos personas durante la ausencia de una de ellas y, por encima de todo, es un relato sobre la duda, la espera, la lealtad y la importancia de responsabilizarse de las decisiones tomadas. Porque en eso consiste la vida: en elegir un camino u otro, en tomar partido y en tratar de solventar los obstáculos que nos vamos encontrando durante el recorrido. 

Con esta nueva y esperada novela, el escritor madrileño recupera ese sugestivo equilibrio entre la peripecia argumental y la reflexión introspectiva que tan buenos resultados le había dado en obras como Corazón tan blanco (1992) o la trilogía Tu rostro mañana (2002-2007). Y es que en el fondo la novela no cuenta más que las eternas esperas de la verdadera protagonista del libro, Berta Isla, en ausencia de su marido, Tomás Nevinson, hombre al servicio de los órganos de inteligencia y espionaje británicos. 

En este sentido, la relación de ambos personajes podría concebirse en términos muy parecidos a los del matrimonio homérico compuesto por Ulises y Penélope en la Odisea. Pero ni Tom Nevinson es un héroe que lucha en virtud de unos ideales, ni Berta Isla parece conformarse con la resignada pasividad de los que esperan algo o a alguien que jamás volverá. Una vez más, Javier Marías incide en una idea muy vigente a lo largo de su trayectoria literaria: la imposibilidad de regresar a un tiempo y espacio anteriores al propio presente. Por más que pueda llegar a parecérsele, un recuerdo nunca podrá sustituir al original, algo que la joven esposa parece ir aceptando a medida que las ausencias de su marido se van prolongando. 

"No sé lo que piensa ni lo que recuerda, no sé en qué se abisma ni lo sabré nunca. Me digo que todos tenemos nuestras tristezas secretas. [...] O, como escribió Dickens, me digo que toda criatura humana está destinada a constituir un profundo secreto y misterio para todas las otras. [...] Que cada habitación en cada una de ellas encierra su propio secreto; que cada corazón palpitante en los centenares de millares de pechos que allí se esconden, es, en algunas de sus figuraciones, un secreto para el corazón más próximo, el que dormita y late a su lado. Y hay en todo ello algo atribuible al espanto..." (pp.540-541)

Más allá de los primeros deseos de la protagonista por conocer las andanzas de su esposo en lugares remotos, la novela va perfilando de forma progresiva el retrato de una mujer que acaba asumiendo los peligros que puede acarrear el pretender conocerlo todo. sin obviar, por otro lado, que nunca existe una única verdad. Amparada en ello, la esencia de la obra gira alrededor de las decisiones que va tomando la joven para construirse una existencia atravesada por el dolor y la incertidumbre. Da la sensación de que las últimas novelas de Javier Marías están teñidas por un sustrato de oscura melancolía, perfilado con una menor intensidad en anteriores títulos. En cualquier caso, Berta Isla no deja de ser una historia de crecimiento y madurez, la historia de una mujer que toma conciencia y abandona la ingenuidad de los primeros tiempos para afrontar la vida en su realidad más descarnada. Una mujer que comprende que la vida no es nunca como uno la imaginó en su juventud, si no que es algo que va edificándose en el día a día mediante algunas renuncias, pero también mediante la asimilación de numerosas enseñanzas.




En pos del protagonismo que el autor otorga a la joven esposa, la voz narrativa recae parcialmente en ella, quien nos cuenta en primera persona sus dilatados y frecuentes periodos de soledad mediante una evocación de los hechos caótica y en ocasiones algo confusa. Como contrapartida, emerge una segunda voz narrativa, esta en tercera persona (el clásico narrador externo omnisciente), que nos relata con mayor precisión, pero también con un cierto gusto por lo sarcástico, los acontecimientos relativos a la vida de Tomás Nevinson. 

La alternancia entre ambas voces narrativas viene acompañada de una estructura externa en diez capítulos. Esta, a su vez, se distribuye en dos grandes partes, de cinco capítulos cada una, marcadas por la revelación del secreto oficio del marido como punto de inflexión. Igualmente asombroso se muestra el efecto especular entre las dos partes, que reproducen con variaciones acontecimientos parecidos, como por ejemplo los dos encuentros de Berta Isla con su fugaz amante taurino. La asunción de este planteamiento estructural, dejando a un lado sus innegables cualidades literarias, dota la narración de una especie de circularidad asfixiante de la cual los personajes no pueden escapar, condenados a permanecer en la espera. 

Tampoco habría que pasar por alto el ingenioso juego intertextual que Marías propone a sus lectores, aspecto al que, por otro lado, nos tiene muy acostumbrados. En esta ocasión, el escritor recupera antiguos personajes de otras novelas suyas, como por ejemplo el profesor Wheeler o el siempre lúgubre Bertram Tupra, ambos surgidos del universo de Tu rostro mañana. Asimismo, aprovecha para retomar viejas tramas y motivos, como ocurre con el regreso de un soldado combatiente en la Segunda Guerra Mundial relatado en su cuento La canción de Lord Rendall (1989) o las citas a una novela corta de Balzac, de la cual ya se había servido en Los enamoramientos (2011). Shakespeare y T.S. Elliot cerrarían una lista de referencias que, más allá de caer en la pedantería del intelectual de salón, se integran en la narración de un modo natural y orgánico, sustentando y potenciando las situaciones introducidas. 


En definitiva, no resta más que celebrar el regreso de Javier Marías a las librerías. Nuevamente y por fortuna, el escritor madrileño parece haber incumplido su insistente amenaza de no escribir más novelas. Berta Isla se une a una ya extensa trayectoria literaria que ha sabido reinventarse manteniendo siempre su esencia. Esa esencia que, después de tantos años, sigue atrayendo a una gran cantidad de lectores, consagrándolo como uno de los autores más importantes de la literatura española contemporánea. 

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